Psic. Maricela Torres Alejandre.
En sociedades anteriores se basa la educación de los hijos en autoritarismo de los padres, dejando al niño sin el derecho de réplica la obra Florido Pensil (1994) donde se refleja un sistema muy distinto al actual como respuesta a este estilo educativo cada vez se ha optado por utilizar estilos permisivos donde la autoridad de los padres se ha ido perdiendo ello ha llevado a menudo a evitar la utilización de normas y límites, claro que la ausencia de éstas pueden provocar problemas de conducta, e incluso de ansiedad por la falta de comprensión en el entorno.
Conviene no malinterpretar el concepto de autoridad, esto no significa rigidez y castigo; implica el establecimiento de unas normas en los conocimientos que tiene el adulto para favorecer el desarrollo y el bienestar del menor. Para educar a los hijos habrá que prohibir y castigar en algunas ocasiones y en otras ser permisivos, no es una contradicción es un equilibrio mental para la educación.
El papel de los padres es imponer autoridad para formar al niño(a) con rectitud y amor; los niños no son amigos de los padres existe una jerarquía que hay que respetar en pro de su desarrollo, son aceptaciones que aunque duras son reales. Prohibir o hacer algo mediante unos argumentos sólidos fomentará que el niño acepte y respete las reglas aunque éstas no le gusten. Los adultos también nos equivocamos y vale la pena el diálogo con los pequeños que en ocasiones tienen más razón de la que pensamos, ser autoritario no significa ser rígido.
En conclusión la educación de los niños debe basarse en la autoridad, pero en una autoridad asentada en el respeto y el diálogo donde el adulto en su papel de educador instaure y controle unas normas que deben servir en el desarrollo y en el bienestar del menor.
