Autor: Juan Miranda Alvarado.
Sábado primaveral. Salgo en mi bicicleta verde y me encuentro con una realidad muy diferente a la verdad que proyectan las redes sociales. El Centro de Salud luce vacío como si en mi pueblo poca gente se enfermara, conforme sigo pedaleando, la normalidad muerde mis ojos: Unos niños comiendo chicharrones, dos amigos de bicicleta saludándose de mano, la camionetita del fierro viejo repleta con tambores de camas, unos novios adolescentes haciendo una exposición de los diferentes tipos de besos, llego a Chiautla y el tráfico se derrama por la calle principal, las micros presumen la enorme cantidad de gente que llevan en sus entrañas, me detengo en el puesto de los cocos y me dice el muchacho que los vende que ya se le acabaron, que hubo mucha venta… de regreso a mi casa miro a un grupo de personas que conforman una gran familia y de donde salen unas palabras que me duelen en el alma: “Juntos nos da, juntos nos vamos…”, pareciera una frase llena de heroísmo, amorosa hasta el tuétano, ¡pero no! es una frase que presagia tiempos terribles llenos de miseria, enfermedad y muerte. Si se quieren morir juntos es su gusto, pero si no hacen nada por evitar el contagio del Coronavirus, potencialmente podrán contagiar a infinidad de gente y quizás hasta no se cumpla su deseo de morirse pero indirectamente matarán a otras personas que quieren vivir, porque la vida es hermosa y por lo mismo se debe valorar.
