Don Concho y Alba
Juan Miranda Alvarado.
Don Concho anda como el abuelo yeyé, correteando a Alba y sus veinte años, pero ya no sabe para qué la corretea… “Amor, arquéame tu vientre para beberte toda tú, porque supongo que eres la muchacha de mis veinte años, de mis veinte soledades, de mis veinte resurrecciones y ahora te encuentro vestida de melancolía, por lo que fue y nunca más será”… Alba se deja atrapar, es sensible, se sabe un erótico recuerdo, de ese don Juan de casi ochenta años y se le pone flojita como una gelatina de anís… “Estoy en ti, abrázame un poco, para que mi cuerpo tierno conjure tu muerte, no importa que las buenas conciencias me llamen ramera”… Don Concho y Alba coincidieron demasiado tarde, pero ya no habrán de separarse más.
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