Solemnes festejos religiosos en la iglesia de Cútzeo por la Asunción de la Virgen María

La presencia del Obispo de la Diócesis de Ciudad Altamirano, Maximino Martínez Miranda, de Abraham García Equihua, sacerdote de Huetamo, así como los párrocos de Zirándaro, San Lucas y el cura de la parroquia de Cútzeo, celebraron una solemne misa en honor de la Virgen María, Madre de Jesucristo, quien al morir un día 14 de agosto, asciende al cielo un día después, según señalaban los religiosos.

En Cútzeo, a lo largo del día sábado se vivieron tiempos de fiesta religiosa, entre quema de cohetería, mañanitas musicales, cánticos religiosos, visitas de largas romerías de comunidades remotas del municipio, quienes traían comida, regalos y mucha devoción para ostentarla frente a la santa patrona de Cútzeo, tras haber sido elevada a parroquia en tiempos recientes.

El Obispo de la Diócesis de Ciudad Altamirano, Guerrero, Maximino Martínez Miranda, presidió la ceremonia religiosa para conmemorar la Asunción de la Virgen María.
El Obispo de la Diócesis de Ciudad Altamirano, Guerrero, Maximino Martínez Miranda, presidió la ceremonia religiosa para conmemorar la Asunción de la Virgen María.

Frente al atrio de la iglesia más antigua de Tierra Caliente, se habían montado grandes plásticos negros para guarecerse de las inclemencias del sol, mientras que sobre un templete subían integrantes del grupo de Rigo Morales y los Alegres del Palmar, quienes interpretaron las mañanitas y gustados corridos de la región calentana.

Entrada la tarde, apareció la figura del Obispo Maximino Martínez, quien tras extenuantes misas en la región de Guerrero, llegaba jubiloso a oficiar en Cútzeo, mientras tanto cientos de fieles católicos comían diversos platillos de la gastronomía municipal y consumían aguas frescas y refrescos para amainar el calor.

En su homilía, el Obispo recordó que María, tras ser informada que su prima Isabel iba a concebir un hijo viajó hasta encontrarse con ella, dado que estaba embarazada y pronto daría a luz a su hijo Juan, y que en los vientres de ambas mujeres hubo regocijo, al momento en que tanto Juan como Jesús celebraban tan especial encuentro bíblico, y que después marcaría el nacimiento del cristianismo.

Entrada la tarde, con gran regocijo concluyó el evento, y el Obispo y el grupo de curas auxiliares regresaron a sus parroquias, mientras que Cútzeo, una comunidad de gran arraigo indígena se reencontraba con sus creencias religiosas, tras la reciente partida del padre Prisciliano y la llegada del padre Benito, y con la caída del sol se dispersó la gente y el viejo templo agustiniano volvió a la tranquilidad de siempre.

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