¿Por qué los pobres son pobres?

La pobreza se define como la insatisfacción de las necesidades básicas para el individuo y ha sido un tema de análisis desde tiempos muy remotos, tanto para el ámbito económico, como para el social, psicológico y político. “Cuando hay plenitud de pan,” dice Abraham Maslow, “necesidades más altas emergen y éstas, más que las hambres fisiológicas, dominan el organismo”.

Sin embargo, en nuestro país no tenemos el “privilegio” de poder pensar en encontrar soluciones para las citadas necesidades “más altas”, sino que hoy en día, México vive uno de los peores momentos en cuestión de pobreza, y es urgente que se tomen medidas para salvar a la nación y crear poco a poco no sólo el país de la esperanza, sino el de los sueños cumplidos y los anhelos realizados.

El autor Lorenzo Servitje dice que: “Para reducir la pobreza se necesita crecimiento y más actividad económica; esto para obtener bienestar y crear la demanda que por fuerza tendrá que reflejarse en el hecho de que la gente tenga en qué ocuparse y cómo ganarse la vida”.

Pese a esto, el autor afirma, y nosotras acordamos, que esto no es suficiente para el combate efectivo a la pobreza en la que, según cifras recientes, alrededor del 50% de la población mexicana vive. Las políticas contra la pobreza no son lo suficientemente buenas y los que liderean nuestra nación parecen no ver la situación extrema en la que estamos, y peor aún, no buscan soluciones para este mal.

Los pobres son pobres porque no existe la vida digna para todos, porque no hay empleo para todos y porque no hay oportunidades ni recursos para todos. Los pobres sueñan con un mejor porvenir, pero en nuestro país ese sueño se nubla cada vez que emprenden en el establecimiento de un nuevo negocio, o cada vez que una plaza importante se ocupa no por el más capacitado ni instruido, sino por el de más poder e influencias.

Y en este país de poder y corrupción, es sólo cuestión de sangre el hecho de vivir en la pobreza o en la riqueza, ya que la convicción de salir adelante se vuelve ilusión y esperanza marchita, cuando uno se enfrente a la realidad cotidiana, y se da cuenta que México, no es el país de las oportunidades que todos dicen, sino un país que emigra, por un seguro porvenir.

Chastre A. Encinas, Ivette García Román y Sofía González.

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