Morelos: “Siervo de la Nación”

José María Morelos, otro de los grandes héroes que forjó la Independencia de México (que al igual que Miguel Hidalgo condenado a muerte por dos fuerzas de gobierno brutales: la clerical y la del gobierno imperial), nació el 30 de septiembre de 1765, en la ciudad de Valladolid, actualmente Morelia, estado de Michoacán, según acta; registrado en el folio 114 del libro abierto en el año de 1970 de la Catedral de la antigua Valladolid.

Hijo de familia de pocos recursos económicos, se dedicó al cultivo de la tierra, y contra lo dicho por algunos autores, nunca fue conductor (arriero) de animales de carga. A los 14 años fue a trabajar durante 11 años a un poblado llamado Tahuejo, leyendo libros y cultivando la tierra, lo hizo para coadyuvar a la economía de la familia. En 1790 decidió retornar a Valladolid con el propósito de estudiar para sacerdote, ingresando al Colegio de San Nicolás Obispo.

Morelos se encontraba otorgando sus servicios sacerdotales en Carácuaro, cuando unos arrieros informaron de unas tropas de Hidalgo que se encaminaban hacia la capital de Virreinato; al saber esta noticia, Morelos determinó dar alcance a su exmaestro: Hidalgo, para ello cruzó Tacámbaro para darle alcance en el pueblo de Charo. Ahí, el libertador sugirió que la entrevista se realizara al otro día, determinado que se reiniciara la marcha hacia Indaparapeo, cuya llegada se registra el día 20.

En ese lugar departieron la comida el cura Hidalgo, Morelos, Ignacio Allende y el Dr. Castañeda; cuando consumían el postre, Hidalgo tomó del brazo a Morelos y se alejó unos pasos para decirle advirtiéndole: “¿Está usted decidido a cambiar su vida tranquila por nuestra aventura?” Y Morelos contestó: “He solado con secundar a usted, creo ser útil como capellán del ejército”. Los verdes ojos de Hidalgo observaban las expresiones de Morelos, y terminado el diálogo el libertador expresó: “Padre, me parece que mejor ha de ser usted un general que un capellán”. Entonces Morelos recibió un nombramiento breve: “Por la presente comisiono en toda forma mi lugarteniente el Br. D. José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del Sur levante tropas, procediendo con arreglo a instrucciones verbales que le he comunicado”.

La acción armada la inicia Morelos el 10 de noviembre de 1820, en el poblado de Nocupétaro con 16 indígenas armados; tres días después su ejército de rebeldes contaba con 294 de a pié y 50 de a caballo. Comentaba que: “pueblos enteros me siguen en la lucha de Independencia, pero le impido diciendo que es más poderosa su ayuda labrando la tierra para darnos el pan a los que luchamos y nos hemos lanzado a la guerra. En la lucha libertaria a la recomendación de no derramar sangre, opinó: “La libertad se consigue con la sangre” Y es cierto ¿a qué pueblo oprimido y esclavizado el tirano le regala la libertad? En su lucha guerrera Morelos sostuvo 36 combates contra fuerzas superiores de la milicia virreinal y, de ellas obtuvo 25 victorias. Fue un gran estratega, admirado por emperadores europeos, pero no solo fue un gran guerreo, sino también un gran pensador que dictó la primera Constitución de la República.

Antes de elaborar la Constitución, dio a conocer “Los Sentimientos de la Nación” en 23 Artículos, uno de ellos, el 11, dice: “Que la Patria no será del todo libre y nuestra, mientras no se reforme el gobierno, abatiendo el tiránico substituyendo el liberal, y echando fuera de nuestro suelo al enemigo español que tanto se ha declarado contra esta Nación”. El Artículo 15, ordena: “Que la esclavitud se prescriba para siempre, y los mismo la distinción de castas, quedando todos iguales…” En el último artículo del citado documento histórico establece: “el día 16 de septiembre… como el día aniversario en el que se levantó la voz de la independencia… recordando siempre el mérito del grande héroe don Miguel Hidalgo y Costilla y su compañero don Ignacio Allende”.

Morelos rechazó el título de Alteza y se autocalificó como: “SIERVO DE LA NACIÓN”.

“Creí más útil para la Patria prestar mis servicios a la revolución que permanecer en el curato”: José María Morelos y Pavón

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