El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador anunció oficialmente este domingo la entrada en funcionamiento de la Guardia Nacional, el polémico cuerpo creado por él para controlar la violencia en el país. Obrador evidenció el origen, esencia y el ADN militar que recorre las venas del nuevo cuerpo al anunciar su puesta en marcha durante una ceremonia castrense celebrada en una base militar de la capital.
La nueva institución, creada hace siete meses y conformada por exmilitares y expolicías, tendrá un mando civil y otro militar para tareas operativas. Su puesta en marcha, según López Obrador, supone la consumación de un hecho «histórico» y el cumplimiento de una de sus grandes promesas al llegar al poder; la creación de un cuerpo especial de corte militar encargada de tareas de seguridad.
Los 70.000 nuevos agentes serán desplegados en las 150 regiones más violentas de México, de las 266 en que se ha dividido el país. El objetivo es llegar a 82.000 uniformados en los próximos seis meses y a 150.000 al final de su mandato en 2023.
López Obrador ha insistido en que la Guardia Nacional se dedicará a tareas de vigilancia con un «uso moderado de la fuerza» y sin violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, los elementos que formarán parte de la misma recibirán un curso de capacitación de tan solo de siete semanas.
Las primeras misiones concretas de la Guardia Nacional serán la de vigilar la frontera sur, donde se desplazarán 12.000 efectivos de acuerdo a la promesa realizada a Donald Trump para blindar la frontera con Centroamérica, y el despliegue en la ciudad de México donde la delincuencia vive un significativo repunte.
Según el mandatario, la Guardia Nacional sustituirá a la Policía Federal que se fue degradando y echando a perder, dijo. «De los 20.000 elementos que tenía se puede contar únicamente con 10.000», dijo en referencia a la corrupción. A todos los nuevos miembros de la Guardia Nacional López Obrador les pidió «honradez», «dedicación» y «que no olviden que de su trabajo depende mucho que se lleve a cabo la cuarta transformación de la historia de México», que dice encabezar. «La violencia se generó tras años de abandono de la política económica que hemos heredado», criticó el mandatario al señalar las causas en el aumento de los homicidios.
Sin embargo, lejos de tranquilizar a la opinión pública, la puesta en marcha de la Guardia Nacional ha intensificado el debate sobre el papel de militares en la defensa del país y su creciente influencia ya que significa prolongar la presencia del ejército en las calles y genera dudas sobres su eficacia: allí donde se despliegan aumentan las violaciones a los derechos humanos y las ejecuciones extrajudiciales. Paralelamente la población exige su presencia como la única forma de frenar al crimen organizado ante la putrefacción de las policías locales y estatales.
La iniciativa ‘Seguridad sin guerra’ formada por académicos, intelectuales y defensores de Derechos Humanos ha criticado el oscurantismo de la institución y el excesivo peso en la toma de decisiones que tendrán los militares, frente al mandato del senado de la República que exigió que fuera un civil quien la encabezara. De igual forma critican que para su despliegue se ha creado una ley que regula el uso de la fuerza pero que carece de protocolos que vigilen su cumplimiento.
No es la primera vez que México confían en el ejército para combatir el crimen organizado. Los anteriores presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto utilizaron el cuerpo armado lo que no logró frenar la violencia y elevó a 250.000 muertos y 40.000 desaparecidos las víctimas durante el periodo de 2006 a 2018.
La puesta en marcha de la Guardia Nacional coincide con un importante repunte de la violencia en un contexto ya de por sí bastante sangriento. En Mayo fueron asesinadas 79 personas al día, tres cada hora. Los primeros cinco meses de 2019 son los más violentos desde que se contabilizan este tipo de homicidios.