Por el Ing. Florencio Soto Pineda.
Huetamo es una región que guarda muchos secretos en sus entrañas y uno de ellos se encuentra en la montaña de Iquiméngari.
A finales del siglo pasado organicé en conjunto con el señor Gregorio Villanueva una exploración a la montaña de Iquiméngari, que es el nombre autóctono purépecha como lo bautizaron, que si no lo retomamos, éste no se conocerá como tal en un futuro próximo.
Como guía accedió a llevarnos el señor Paulino Luviano y otro de apellido Corona que no recuerdo el nombre, cuyos domicilios se situaban en el barrio del la Unidad Deportiva y se planeó el viaje.
Paulino Luviano vivió en su infancia y adolescencia en la huerta que está atrás de la montaña en el ojo de agua, por lo cual él conocía bastante bien toda la montaña desde niño y tenía más secretos de esta montaña, que en otra nota lo relataré.
Esta montaña la he subido unas 10 veces y cada vez me parece mejor, descubro muchas cosas, como el palo pegahueso que se da en las cimas en los riscos de las montañas, el sarcuajo que se da en estas alturas y sirve para curar el cáncer y más flora.
También en mis idas a esta montaña he encontrado coyotes, armadillos, correcaminos, coatis y chachalacas, es una región muy hermosa que debemos cuidar.
En este tiempo se realizó una carretera y esto traerá mayor afluencia de visitantes y si no hay reglamento en los que visitan este lugar puede terminar en grafiti, basura y destrucción de este magnífico lugar, como está ocurriendo en las grutas de Guarimio.
La caja de muerto que se encuentra en la cueva del mismo nombre, que es de un desconocido. Yo publiqué en este medio a fines del siglo pasado de que informaran si es que alguien tiene datos de este cuerpo y lo más que conseguí es de un comentario de una persona que relato que perteneció a un indígena natural de Cútzeo descendiente de linaje de reyes purépechas, que quería morir en ese lugar y así fue y cuando lo encontraron recogieron su cuerpo y lo depositaron en una caja de madera de parota y en forma cuadrada donde acomodaron la osamenta.
De los amigos que fuimos a esta exploración, ya falleció el señor Gregorio Villanueva y Paulino Luviano, a los cuales les dedico esta nota, gente buena de trabajo y de gusto por la exploración.