Hace muchos años

Por: el Dr. Andrés Corona Sánchez.

            Hace muchos años llegó a visitarme allá por su casa, un paisano de Cútzeo, el cual después de saludarnos efusivamente y de platicarnos alguna que otra de las andanzas de niñez, de la vida, la crisis y de alguno que otro desaguisado, procedió con cautela a enseñarme una fotografía.

            Sí, era una fotografía ampliada y muy bien tomada en la que se apreciaba una construcción centenaria y al fondo un bello capricho de la naturaleza; la construcción era nada más ni nada menos que el templo del Señor del Perdón de Cútzeo, joya centenaria que me hizo recordar mis ayeres, mis risas de niño y mis lágrimas de gente del pueblo. Esa joya ya no era la misma, la observé semidestruida, agrietada, con su cúpula caída producto de un temblor hace treinta y tantos años, pero aún así seguía conservando su señorío y su grandeza, a pesar que los hijos de Cútzeo y de Huetamo hayan permitido que se siga destruyendo y algunos hasta han pretendido construir modernas casas en su derredor.

            Del capricho de la naturaleza, es nada más ni nada menos que el Cerro Grande que se ubica al oriente de mi querido Huetamo. Cerro milenario que tantos recuerdos me trae, cuando de niño y después de joven por sus faldas caminé durante el día y muchas otras veces por la noche. Durante el día con mi padre íbamos a campear los animales, a los nanches, a las “ilamas”, a los arrayanes, a las uvas silvestres, a las jícamas, a las güilotas, a la sáncuicha, a los conejos, a los venados, a la leña de Brasil, palo blanco y azinchete, a cortar postes para la cerca o a los largueros de palo de guaje.

            Sí mis amigos, ese capricho de la naturaleza que vi plasmado en esa fotografía hizo que rodaran mis lágrimas porque recordé cuál es mi origen y mi cepa, cuáles fueron mis promesas de niño nacido del surco, cuáles fueron las ansias de joven y cuáles serían mis acciones futuras; porque en ese cerro le canté a la vida, le lloré a la injusticia, le platiqué al viento y acordé con la naturaleza cuáles serían los pasos a seguir. Hoy mis pasos me guiaron de nueva cuenta a que recuerde mi promesa y firme estoy en cumplirla porque tengo palabra de bien nacido.

            De aquella reliquia centenaria en la que se adoraba y espero que se siga adorando por el bien de todos la imagen, del Señor del Perdón, debo decir que todos los que de ahí procedemos ¡hemos sido unos ingratos! y ¡unos malos hijos!, porque ¿quién de mis paisanos no recuerda los días viernes que se acudía a velar al Señor del Perdón?, ¿cuántos hijos de gente devota que hoy se encuentran encumbrados no asistieron también?, ¿acaso olvidarían sus orígenes y sus costumbres por un banal y transitorio puesto político en la vida?, ¿cuántos de los mismos hijos del pueblo han dejado en el olvido a tan preciada joya?, ¿acaso olvidarían algunos que ahí fueron bautizados, confirmados, o unidos en matrimonio sus padres?, ¿acaso olvidarían que ahí también fueron bautizados ellos?, ¿olvidarían ya sus costumbres religiosas de los Tres Viernes y de Semana Santa para cambiarlas por viajes acompañados de vino y de placeres terrenales?, ¿ya olvidarían los concilios y el desarrollo de la Pasión de Cristo con actores nacidos del pueblo?, ¿se olvidarían ya de que perseguían al Barrabás por en medio de las huertas y los puestos de vendimia?, ¿olvidarían ya cuando los soldados perseguían al Simón Sirineo con sus picas?.

            Yo pienso que no, sin embargo si se han olvidado o han pretendido olvidar, no sé con qué obscuros fines, que existen instituciones que pueden ayudarnos a la reconstrucción de tan preciosa joya que se encuentra abandonada, semidestruida y casi a punto de desaparecer. Tengo conocimiento que hace algunos años la SEDESOL ofreció la cantidad de trescientos millones (de los viejos) para iniciar la reconstrucción, pero un grupo de mal nacidos evitó que se iniciara e incluso se puso a vender lotes en el perímetro que rodea a la centenaria joya, pero que gracias a la intervención de uno de sus hijos (Severino La Cuétara) no se realizó; a pesar de esto dicen, que aún queda una construcción de concreto y dicen según las lenguas pertenece a un narco, razón por la que no le han dicho nada.

            Qué lástima que los hijos de mi pueblo aún no sepan lo que significa unión, organización y responsabilidad para con las nuevas generaciones de preservar las joyas que nos heredaron nuestros mayores; por eso desde esta tribuna hago un llamado a todos los bien nacidos a que nos unamos en una cruzada por el rescate de tan preciada joya que significa el orgullo y la herencia de nuestros mayores, ¡rescatemos ese preciado legado histórico que nos identifica!, ¡hagamos a un lado la abulia e iniciemos las gestiones pertinentes para tal fin!, nuestro pueblo lo merece y nuestros hijos así nos lo demandan. Y si no lo hacemos, al tiempo.

Un comentario sobre «Hace muchos años»

  1. HOLA, EN VERDAD DA TRISTEZA SABER LAS CONDICIONES EN QUE SE ENCUENTRA TAN BONITA IGLESIA QUE TANTOS RECUERDOS TRAE A LA GENTE QUE EN SU TIEMPO LLEGAMOS A VIVIR EN NUESTRA NIÑEZ LO QUE EL DOCTOR ESCRIBE. YO HACE MUCHOS AÑOS NO VIVO EN MI HUETAMO QUERIDO PERO SI EN ALGO PUEDO AYUDAR CON GUSTO LO HARE
    SALUDOS.

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