Habla un gato solitario

Desmemoriado

Juan Miranda Alvarado.

Cuando abordé el autobús, la miré, sus ojos canela fulminaron mi tranquilidad, la sentí en mi amor, ella me reconoció y a quema memoria me dijo –hola- y yo tan desmemoriado le contesté -hola-, sin saber su nombre, sin saberla en mi vida, me avergoncé y me fui a la parte trasera del autobús, desesperado por no saber quién era esa mujer, tan mía, tan de mis sueños, cuando llegué a mi destino, la miré por última vez, ella me sonrió como invitándome a conversar, como invitándome a escarbar en el pasado, preferí huir, perderme en la ciudad y sacudirme toda la melancolía, que mi corazón sentía, pero que mi memoria no reconocía.

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