MIRADITAS
Todas las tardes, aparece la muchacha morena en el arroyo cristalino lavando sus trastes, es bellísima con sus ojos de aceituna, yo la miro y la miro, al tiempo que dibujo corazoncitos en la arena caliente que me quema la piel y el deseo; el sol se derrama en mis ojos, cuando ella me mira discretamente y siento alacranes en mi garganta y culebritas en mis orejas, luego, cuando ella se va, me quedo bien triste, lloro mucho y me desespero como gato viejo, hasta que llega el otro día y renace mi ilusión de intercambiar miraditas para ir sazonando el amor.
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