Este viernes se vive el día más largo del año, ¿lo notaste?

Este viernes 20 de junio se registra el solsticio de verano, un fenómeno astronómico que marca el día más largo del año en el hemisferio norte, con más horas de luz solar que cualquier otra jornada del calendario.

La palabra «solsticio» proviene del latín solstitium, que significa «Sol quieto», en referencia al momento en que el astro alcanza su punto más alto en el cielo al mediodía y parece detenerse antes de cambiar su trayectoria.

Durante este día, el eje de la Tierra se encuentra inclinado en su punto máximo hacia el Sol, provocando que la luz solar llegue de forma más directa y prolongada a nuestra región. En ciudades como Morelia o Ciudad de México, el amanecer ocurrió alrededor de las 6:00 horas y el atardecer se espera pasadas las 20:10 horas, lo que da como resultado casi 14 horas y media de luz natural.

Un día que también se siente

Más allá del dato astronómico, el solsticio se experimenta en el cuerpo y en el entorno. El calor se intensifica, las sombras se acortan y el aire parece cargado de energía. Para muchas culturas antiguas —y también para no pocos observadores contemporáneos—, este día simboliza la plenitud, la renovación y el poder del Sol.

En México, pueblos originarios como los mayas y mexicas marcaban el solsticio con ceremonias dedicadas a los ciclos agrícolas y al equilibrio cósmico. Hoy, aunque en contextos más urbanos, la fecha puede percibirse como una pausa luminosa, una oportunidad para reconectar con la naturaleza o simplemente para observar cómo la luz del día se resiste un poco más a caer.

¿Y qué sigue?

Tras el solsticio, los días comenzarán a acortarse de manera imperceptible, camino hacia el equinoccio de otoño, en septiembre. Mientras tanto, el verano apenas comienza, y con él, las temperaturas más altas, las lluvias propias de la temporada y la intensidad de los rayos solares, lo que también llama a reforzar medidas de cuidado de la piel y la hidratación.

El solsticio no solo es un dato astronómico: es un momento para observar el cielo y sentir que algo se mueve, también dentro de nosotros.

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