Delirios de un soñador

POR LOS TIEMPOS QUE SE FUERON

Por: El Dr. Andrés Corona Sánchez.

Tengo el orgullo que de niño fui creado con principios morales comunes, en tiempos en que los ladrones tenían la apariencia de ladrones, y los policías cara de hombres de respeto; hoy ya no se distinguen unos de otros, porque antes la única preocupación de seguridad era, cuando nos sacaban del cine a todos los guaches que andábamos corriendo y gritando en plena función, ahora, mejor ni salir a ningún lado por el temor que existe y porque todos, policías y ladrones, se parecen.

Antes las madres, padres, maestros, abuelos, tíos y vecinos tenían autoridad y eran dignos de respeto y consideración, pues cuanto más cercanos o más viejos, más afecto y respeto se les tenía; era imposible en aquel entonces responderle e alguien maleducadamente y mucho menos a los policías que eran ciudadanos rectos, a los maestros que eran venerados, a los abuelos que eran queridos y a las autoridades que eran respetadas. En aquellos tiempos los jóvenes confiaban en los adultos, porque todos eran padres de nuestros amigos del barrio y quienes nos daban eran consejos sanos.

Por aquellos tiempos, cuando oscurecía, teníamos miedo de los sapos, del diablo, de las películas de espanto, de los sanjones y del canto de los tecolotes; en cambio hoy, se tiene miedo de todo por lo que está sucediendo, por eso siento una infinita tristeza por todo aquello que se perdió. Hoy no sólo tengo vergüenza, sino temor y culpa por lo que mis nietos manifiestan ya, miedo en su mirada, y en los jóvenes amigos de mi hijo se les ve la desconfianza, por eso muchas veces hablan en secreto; a mis vecinos casi ni los conozco porque al llegar de su trabajo se encierran, porque saben que hoy matan a los padres o a los abuelos, violan a los niños, secuestran, roban, engañan y hacen trampa sin importar a quién se lo hagan, ni qué tan grave sea.

Hoy la televisión publicita y roba espacios de cultura sólo para informar y hacer héroes a criminales que han masacrado, decapitado o secuestrado a inocentes, por eso las repiten a cada rato; vemos también con mucho coraje cómo los agentes de tránsito ya no son para dirigir el tráfico, sino que ahora se dedican a asaltar a los ciudadanos con la amenaza de recogerles sus unidades y enviarlas al corralón si no “llegan a un arreglo” convincente y claro hay que arreglarse agüevo con ellos, no hay de otra. También vemos policías que persiguen malhechores que nunca pisan una cárcel y los que de chiripa llegan es porque no están “protegidos” por ellos mismos, sin embargo, les queda el recurso de quejarse de inmediato a la Comisión de Derechos Humanos por “abuso de autoridad”,  institución que los protege, aún cuando el ciudadano que fue agredido por ellos, quede en la indefensión total.

Y sabe por qué los ciudadanos comunes y corrientes se quedan sin protección alguna, porque no saben que hoy no tomar ventaja, es ser pendejo o pagar puntualmente las deudas es, sólo cosa de idiotas. Pero que tal la amnistía hacia los narcos, a los estafadores, a los ladrones de cuello blanco, a los líderes de paracaidistas, a los maestros democráticos que toman calles, y agraden a ciudadanos, a los “antorchas”, a los tanguistas, a los transportistas “pasalaguellos”, “saltistas” o “narizonudos” a los ediles que no entregan cuentas claras cuyo castigo es hacerlos senadores, a los diputados que amenazan pistola en mano y forman parte de la “Comisión de Seguridad”, a los asesinos con cara de ángel que hoy los convierten en noticia de primera plana o de perdida en comandantes policiales, al igual que a los pinches sacerdotes pedófilos hijos de Satanás que hasta en “santos” los quieren convertir después de hacer sus cochinadas.

Qué es lo que pasa entonces con nosotros, que permitimos que existan maestros (¿?) que maltratan a nuestros niños al abandonarlos en las aulas mientras ellos se dedican a delinquir con sus marchas, plantones y agresiones hacia toda la ciudadanía, supuestamente para “exigir sus derechos”, ¿y los nuestros qué?, acaso no lesionan nuestra libertad; y por qué se permite que nos amenacen telefónicamente para extorsionarnos a quienes nos dedicamos a trabajar honradamente, y cuidado si denunciamos, porque lo saben de inmediato; porque debemos hoy amurallar y enrejar las puertas y ventanas de nuestras casas ante el temor de alguna agresión; porque seguir permitiendo se sigan asesinando gente inocente que tuvo la desgracia de atravesarse en el camino de la delincuencia organizada cuando dirimía a balazos sus diferencias.

Por qué hoy que los hijos valoran más un auto de lujo por el hecho de haber pasado de año en lugar de un abrazo y un beso de sus padres, prefieren un celular en su mochila antes que un buen cuaderno y un lapicero, un DVD y Videojuegos, antes que frases de aliento, ropa de marca (¿?) antes que un diploma, una pantalla gigante, antes que una conversación o un fajo de billetes, antes que un paseo con la familia. Hoy los hogares se caracterizan porque los padres nunca se encuentran en casa, los hijos se divierten en los antros y la droga siempre está presente.

Cuánto hace que se acabaron las buenas costumbres, no sé, hoy ni siquiera sé cómo se llama mi vecino, cuándo fue que nos encerramos a piedra y lodo con la intención de proteger nuestra intimidad. Ya no es posible seguir así, yo quiero de nuevo mi dignidad y mi paz, quiero la ley y el orden, la libertad con seguridad, quitar las rejas de mi ventana para poder tocar de nuevo las flores, quiero sentarme de nueva cuenta en el patio frontal de mi casa con la puerta abierta, quiero la honestidad como motivo de orgullo, quiero la vergüenza y la solidaridad, quiero la rectitud de carácter, la cara limpia y la mirada a los ojos.

Quiero la esperanza, la alegría, quiero techo para todos, comida para los hambrientos; quiero que se les devuelva la confianza a los campesinos de mi patria para que sus parcelas florezcan de nuevo; quiero a maestros que se ganen el respeto de todos enseñando a los niños a ser mejores, quiero una vida verdadera, simple y limpia como una gota de lluvia, como el cielo despejado, como la brisa mañanera, como yo cuando era niño, porque así adoro el mundo simple y común donde las personas se respeten.

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¡Es cuanto!.

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