Cada fin de año, millones de personas en México y en otros países de América Latina mantienen viva una tradición popular que combina creencias ancestrales y simbolismo: el uso de ropa interior de color rojo o amarillo durante la noche del 31 de diciembre, como un ritual para atraer buenos augurios en el año que inicia.

El color rojo está asociado con el amor, la pasión y la vitalidad. De acuerdo con la creencia popular, portar ropa interior de este tono favorece la llegada de una relación sentimental, fortalece los vínculos afectivos existentes o impulsa una vida amorosa más estable. En contraste, el amarillo simboliza prosperidad, abundancia y éxito económico, por lo que es elegido por quienes buscan mejorar su situación financiera o atraer oportunidades laborales y materiales.
Aunque no existe sustento científico que respalde estos rituales, especialistas en cultura popular coinciden en que estas prácticas cumplen una función social y emocional: refuerzan la esperanza colectiva y permiten a las personas iniciar el año con una actitud positiva. En mercados y comercios, especialmente en las semanas previas al Año Nuevo, la venta de prendas íntimas en estos colores se incrementa de manera significativa, convirtiéndose también en un fenómeno comercial.
Más allá de la creencia, la tradición de usar ropa interior roja o amarilla se ha consolidado como parte del folclor contemporáneo, transmitida de generación en generación. Para muchos, se trata de un gesto simbólico que mezcla superstición, identidad cultural y el deseo universal de comenzar el año con amor, salud y bienestar.
