Crisis silenciosa: salud mental, un desafío creciente en Michoacán y el país

En una región históricamente marcada por la violencia, la desigualdad y la falta de servicios básicos, la salud mental se ha convertido en un tema urgente pero poco atendido. Habitantes de la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero enfrentan un deterioro emocional cada vez más visible, sin que existan suficientes mecanismos de atención psicológica o programas comunitarios que brinden acompañamiento.

De acuerdo con especialistas en salud pública, las condiciones de estrés derivadas de la inseguridad, el desempleo, el desplazamiento forzado y la precariedad económica han incrementado los casos de ansiedad, depresión y trastornos postraumáticos en municipios como Apatzingán, Buenavista, Tepalcatepec, San Lucas y Zirándaro, entre otros.

“Hay una carga emocional muy fuerte en las comunidades. Las personas viven con miedo constante, con duelos no resueltos, y sin acceso a un psicólogo o psiquiatra”, explicó una trabajadora social del sector salud en la región, quien prefirió mantener el anonimato.

Datos del Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental (STCONSAME) señalan que en Michoacán existen menos de 200 psicólogos en instituciones públicas para atender a toda la población, mientras que en Guerrero la cifra es similar. En zonas rurales, la cobertura es prácticamente inexistente.

En Tierra Caliente, los centros de salud rara vez cuentan con personal especializado o medicamentos para trastornos mentales. Las consultas se limitan a atención general, y las familias deben trasladarse hasta Uruapan, Morelia o Chilpancingo para recibir un diagnóstico formal o tratamiento especializado.

Ante esta situación, organizaciones civiles y colectivos comunitarios han comenzado a impulsar espacios de contención emocional, talleres de apoyo y círculos de escucha, principalmente dirigidos a mujeres y jóvenes. Sin embargo, la falta de recursos y la estigmatización de la salud mental continúan siendo obstáculos.

“En esta región hablar de depresión o ansiedad sigue siendo un tabú. Muchos asocian ir al psicólogo con ‘estar loco’, y eso frena a la gente para buscar ayuda”, señaló un docente de secundaria en San Lucas, quien implementa actividades de convivencia y educación emocional entre sus alumnos.

Los expertos coinciden en que la atención integral a la salud mental debe formar parte de la política pública regional. Requiere inversión, capacitación al personal médico y campañas de sensibilización que permitan visibilizar el problema sin prejuicios.

Mientras tanto, la Tierra Caliente sigue enfrentando una crisis silenciosa: la de la mente y el alma de sus habitantes, que buscan sanar en medio de la adversidad.

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