Rappel en Huetamo

(Cerro del Morán municipio de Carácuaro)

Por: Ing. Florencio Soto Pineda.

La región de Tierra Caliente de la cuenca media del Balsas es socorrida al contar con múltiples lugares en donde se pueda practicar este deporte de mucha emoción y adrenalina, que combina el ascenso a la montaña, disfrutar de vistas panorámicas excepcionales, y disfrutar de los descensos, sorteando los peligros que surgen en el camino.

El equipo de Rappel en el cual participo se formó en el año de 1996 con personas que disfrutan de este deporte e iniciamos en pequeñas paredes rocosas, en puentes, en el edificio ubicado en el lado poniente de la Central Camionera, los bombas de La Quetzería, para posteriormente en los riscos de Quenchendio, en donde concluyó la preparación, para pasar a altas montañas, como lo fue la cascada de Enandio de 100 metros de salto, el Cerro de Dolores y el Cerro del Morán, de donde comentaré.

Rappel en el Cerro del Morán.
Rappel en el Cerro del Morán.

La partida al Morán fue a las 6:00 A.M. y a las 8:00 llegamos al lugar pasando por Tierras Blancas de donde inició la terracería pasando por Rancho Viejo, El Terrero de Ajunuato, Parandán, Santa María, Los Lampces, hasta llegar a los linderos de una presa del Morán en donde nos esperaba una persona del lugar con dos mulas que cargarían nuestro equipaje, mientras que el grupo de expedicionarios lo realizó a pie y lo conformaban; el Tte. Santiago González, Lic. Orlando Blas, un joven del lugar y el Ing. Florencio Soto, quien narra la experiencia.

El objetivo de este descenso fue el explorar una cueva que se observa en un risco a gran altura, la cuesta de subida tenía gran pendiente, pero el clima era agradable, fresco, lo que en menos de tres horas estábamos en la cumbre, en donde se hizo una parada para almorzar, en un paisaje fabuloso, del otro lado de la montaña, observamos a lo lejos las antenas que se encuentran en el rancho El Zapote sobre la carretera de Eréndira a Carácuaro, del lado sur se distinguía la sierra de Achímaro, una presa en el Morán, la carretera a Baztán, y en los riscos se vio una enorme águila que custodiaba su hogar, la cual al espantarla emigró en veloz vuelo y en menos de quince minutos regresaba con su pareja, que juntos se disponían a cuidar su nido.

En el descenso a medio camino se encontró con una colmena de abejas, que el primero que bajó la alborotó y los tres restantes tendríamos que sortear y el joven lugareño se resistía a bajar en estas condiciones, pero finalmente aceptó y con las abejas en nuestras cabezas bajamos.

La cueva que se miraba desde abajo resultó ser un socavón de poca profundidad, por lo cual reiniciamos en descenso hasta el plan.

La experiencia del lugar fue muy gratificante, sobre todo el lugar nos maravilóo, a tal grado que se volvió a ir a este lugar a la práctica de Rappel.

En el siguiente escrito les contaré de un lugar casi mágico de gran belleza y cerca de Huetamo.

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