Habla un Gato Solitario

El duende de la luna

Juan Miranda Alvarado.

Un duende emerge de la luna, llega a mi tristeza riendo como un loco; inesperadamente brinca hacia mi nariz, me la patea y siento una comezón dulce; el enanito juega al malabarista,

se cuelga de los pelos de mis cejas y empieza a olfatear, su naricita apunta a mi oreja izquierda y ahí se interna para siempre, seducido por el olor penetrante de quien sabe qué polvos; desde entonces, mi soledad se ha conjurado con la alegría de mi duende.

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