Por el Ing. Florencio Soto Pineda.
La Revolución Mexicana al igual que en la Guerra de Independencia, existieron muchas traiciones de quienes peleaban en un inicio por un mismo interés y en el transcurso de ésta se volvían enemigos acérrimos, llegando entre ellos a eliminarse. En esta nota me concentraré en las traiciones y muertes de los principales generales de la División del Sur.
Primero fue la muerte del jefe supremo de la División del Sur, el General de División Gertrudis Sánchez, quien llegó del norte, más específicamente de Coahuila, lo enviaron a combatir a Jesús Salgado. Posteriormente con la traición de Huerta se forma la División del Sur.
El 25 de marzo de 1915 se combatió a las fuerzas villistas en las cercanías de Tacámbaro y es herido en la pierna el General Gertrudis Sánchez, el cual por la gravedad se desplazaba con mucha dificultad, pidió su baja y se fue a Zirándaro a recuperarse.
La herida del General Gertrudis Sánchez no sanó y en 1915 estando en Zirándaro, se dirige súbitamente a Guayameo, rumbo al puerto de Zihuatanejo de donde abandonaría México, pero es aprehendido en el puerto de Los Ecuaros en donde el militar Mastache lo alcanza y lo lleva en camilla a la plaza de Huetamo que estaba a cargo del General José Rentería.
Rentería sale a una jugada de gallos a un lugar cercano, lo que aprovecha Alejo Mastache para sacar en cama al General Gertrudis Sánchez al atrio de la iglesia para ser fusilado.
El ingeniero Alcaraz quiso salvarlo y mandó un mensaje urgente a Llano Grande donde estaba José Rentería y con mucha calma llega a Huetamo, pero ya Alejo Mastache había fusilado al General Gertrudis Sánchez. Mastache había sido incondicional de Gertrudis, pero éste lo deshonró delante de sus soldados y esto no lo perdonó Mastache y José Rentería se prestó para asesinar a su antiguo jefe.
A Cecilio García Alcaraz lo asesinan cobardemente por defender la capital Morelia, estando bajo las órdenes del presidente Obregón y siendo asediada la capital por sus antiguos compañeros que se encontraban peleando en contra, tomando la plaza el General Rentería que somete a su antiguo compañero de armas al General Cecilio García al cual lo encarcela.
Al General Rentería le ofrecen una comida con vino y ya de noche y al calor de las copas, Carmen Luviano, tío del General José Rentería, le propone al General Arnáiz asesinar al preso, al General Cecilio García, al cual lo fusilan y no conforme con esto, le prenden fuego, actuando cobardemente, contrario a lo que hacía Cecilio con los presos. Esto ocurre el 24 de enero de 1824.
Al General José Rentería Luviano lo persigue el ejército federal, primero de Obregón y después el del presidente Plutarco Elías Calles, este último lo combatió en la sierra de Guerrero con aviones militares y arrojándole bombas que espantaron su caballo y se fue con él al precipicio, quedando con una pierna rota, por lo que tuvo que ser trasladado a la Ciudad de México para su curación, que fue muy prolongada, en donde vivía constantemente cambiándose de casa, hasta que fue localizado por la tropa que sitian la casa ubicada en la colonia San Albaro del pueblo de Tacuba, en donde peleó solo y con su arma de cargo, de la cual se reservó la última bala que él mismo se pegó un tiro en la cabeza. Este hecho ocurrió el 25 en la noche para amanecer el 26 de junio de 1925, estando de Secretario de Guerra y Marina su antiguo compañero y amigo de armas el General Joaquín Amaro que pudo otorgarle el indulto.
Cecilio García tramitó sus documentos para que la comisión analizara su aporte a la revolución, esto por el gobierno y su puesto militar para ser ratificado. Dicha Comisión Revisora analizó documentos y testimonios en forma oral y dio su fallo positivo el 3 de marzo de 1922, recomendando aprobar el grado de General de Brigada al C. Cecilio García Alcaraz por los méritos y acciones.
Esta nota la hago para que se reconozca a este ciudadano ejemplar de nuestra región que no se corrompió y nunca buscó las glorias del poder ni de riquezas, simplemente ofrendó su vida por amor y que los mexicanos tuviesen una mejor calidad de vida y vivir en paz.
¡Merece una estatua o al menos un busto en Huetamo este ejemplar personaje!.