Lunático
Juan Miranda Alvarado.
Llegó abril; la sonrisa del año y yo estoy bien solo, casi abandonado, en este paraje donde viven dos gatos blancos y diecinueve grillos y por eso, nomás por eso, la luna se desnuda para mi, me acaricia con su luz acuática, yo muerdo su vientre y así nos entregamos, a escondidas, como locos, como amantes y cuando ella se va, yo me echo a caminar, siguiendo la huella de los lunáticos, hasta reencontrarme con la noche: Celestina de este amor eterno.