Habla un Gato Solitario

Menudencias

Juan Miranda Alvarado.

…El la amaba, la deseaba y la espiaba todos los tiempos, tenía locura por ella; por la picadora, sí esa mujer que en el apodo llevaba su vocación; ella ni enterada estaba de las pretensiones carnales de ese niño calenturiento de once años, ella seguía ejerciendo su oficio con los hombres del pueblo;

hasta que en un nublado día de agosto el muchacho encaró a la picadora y le dijo: “Picadora déjame acariciar todas tus menudencias” ella quedo hechizada por lo poético de la propuesta y se dejó acariciar todas sus menudencias y demás vísceras que eran el encanto de sus clientes.

[ad#728×90-1]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Contenido Protegido
Salir de la versión móvil