El huetamense Leo Santa Cruz relata el milagro que salvó a su papá de la muerte ante el COVID-19

El cuatro veces campeón del mundo en cuatro divisiones, Leo Santa Cruz (37-1-1, 19 KOs), enfrentará en Halloween al talentoso monarca Gervonta Davis (23-0, 22 KOs) en probablemente la contienda más difícil de su carrera. La cita será por la corona de peso supe pluma de la Asociación Mundial de Boxeo y el campeonato ligero de esa misma división.

Pero pase lo que pase la noche del 31 de octubre, Leo Santa Cruz estará agradecido de tener a su padre esa noche en su esquina. El peleador huetamense y michoacano se siente afortunado de tener a su papá en su equipo después de que Don José estuvo al borde de la muerte en julio. De hecho, el equipo de Santa Cruz no había confirmado la pelea con Davis debido a que su familia estaba viviendo un momento sumamente triste y crítico.

En el mes de julio, Don José, quien es un sobreviviente de cáncer, empezó a tener dificultades para respirar. Leo lo llevó al hospital, pensando que no era nada serio y que al día siguiente le iban a dar de alta.

Pero Don José había contraído Covid-19.

“Yo mismo lo llevé al hospital, no sabíamos que tenía el Covid. Pensé que iba a estar bien, que al día siguiente lo íbamos a recoger, ni me despedí ni nada. Llegamos y al siguiente día nos dijeron que salió positivo de Covid, que no podía respirar. Lo pusieron en entubadora para que pudiera respirar y cuando estaba ahí paró de respirar. Fueron momentos muy difíciles”, declaró el pugilista.

“Nos dijeron que sus pulmones estaban fallando, su corazón también comenzó a fallar. Su corazón comenzó a saltarse latidos. Parece que dos veces le paró el corazón, lo tuvieron que revivir. Le estaba yendo muy mal. Estábamos todos tristes aquí en la casa”.

El doctor llegó a notificarle a la familia que probablemente Don José no iba sobrevivir la noche.

“Nos dijo que qué queríamos hacer. Que ya se había muerto dos veces, que ya lo habían revivido. Que si a la tercera vez lo queríamos volver revivir… pero que a la tercera vez si lo revivíamos iba a quedar como vegetal. Teníamos una decisión muy dura, que si queríamos revivir o dejar ahí”, relató Leo.

“Mi mamá dijo que si no había nada más qué hacer, que lo dejáramos ir. Estábamos llorando. Estábamos tristes, estábamos esperando la llamada, para decirnos que había muerto”, expresó el peleador.

Entonces la familia comenzó a rezar, el único recurso que les quedaba en ese momento. “Lo único que teníamos era la esperanza. Le pedimos a Dios, rezamos que hiciera el milagro”. Entonces, en lo que fue un verdadero milagro, Don José comenzó a mejorar.

“Sus pulmones comenzaron a trabajar poquito a poquito. Su corazón comenzó a mejorar. Nos llamaron diciendo que estaba mejorando. Diosito hizo el milagro. Salió mi papá de esta”.

Ahora, Don José se encuentra en los entrenamientos de Leo, gritándole, como en los días en los que lo forjaba como el campeón de peso súper pluma, pluma, súper gallo y gallo que ha sido y es. Leo dice que el 31 de octubre, Don José estará en su esquina del ring del Alamodome de San Antonio, a pesar de que hay días en las que su papá se siente cansado por el medicamento que recibe para mantener bajos los niveles de la mieloma múltiple, ahora en remisión.

“Mi mamá dijo que si no había nada más qué hacer, que lo dejáramos ir. Estábamos llorando. Estábamos tristes, estábamos esperando la llamada, para decirnos que había muerto”

“A veces siente un poco de dolor, pero me está gritando, va todos los días al gimnasio. Me dice cómo darle al costado, cómo pegar durante el sparring. Todo el campamento está yendo bien, él va a estar en la esquina. Quiere estar ahí”, reportó Leo.

Don José le comentó a Leo que durante esos momentos difíciles en los que combatía el Covid-19 “le echó ganas, que estuvo duro el momento, pero Dios no lo quiso llevar, y por algo lo tiene aquí en la tierra: para seguir apoyándolo en sus peleas”.

Además, Leo contó que su hermano y coentrenador, Antonio, también dio positivo a Covid-19, así como la hija pequeña de Leo, su mamá y algunos otros miembros de su familia. Afortunadamente, ninguno de ellos tuvo síntomas graves.

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