Delirios de un Soñador

Por: El Dr. Andrés Corona Sánchez.

De aquellos mis amigos: 

Quiero comentarles mis queridos amigos, que es tiempo ya, de buscar la forma de encontrarme conmigo mismo, es por eso que a partir de ahora, voy a buscar en el arcón de los recuerdos viejos los nombres y apellidos de aquellos seres que tanto significaron en cada una de las etapas de mi vida; claro que borraré aquellos que un día se dijeron mis amigos cuando el poder estuvo de mi lado, y que cuando éste declinó huyeron como ratas para esconderse en la oscuridad de algún rincón y qué bueno, ojalá ya nunca más aparezcan.

Quisiera que esta mente vieja me permitiera repasar lo sucedido en cada una de las páginas escritas de mi vida, para entender a los que ahora se encuentran lejos de mi vida, pero que estuvieron y que hoy no sé ni siquiera dónde se encuentran, también de los que están cerca, y que cada vez que los necesito siempre están presentes; de los amigos de mi niñez que ya quedan muy pocos, los de mi adolescencia que muy de vez en cuando por ahí nos encontramos y que con melancolía nos ponemos a recordar tiempos idos; los de mi vejez, que aunque no lo quiera son demasiado escasos.

Quiero que tengan la seguridad aquellos que estuvieron presentes en los momentos difíciles de tiempos idos; a los que estuvieron a mi lado cuando el dolor me laceró compartiendo una sonrisa, a esos jamás los he olvidados; a todos aquellos que por alguna causa ofendí y herí sin querer, quisiera sus perdones; a los que hicieron que de mis ojos brotaran lágrimas por su ingratitud, ¡Gracias!; a aquellos con los que aprendí grandes lecciones de vida, mi reconocimiento entrañable; y por último, a aquellos a quienes les haya dejado algo de mí en su vida, ojalá de algo les sirva.

Hoy ya muchos de esos amigos no están presentes, pero quiero decirles que quedaron marcados en mi existencia, aún más allá de la línea horizontal de la vida, a aquellos que con sólo una palabra me dieron aliento del bueno, a los que cuando me quise distanciar estuvieron ahí para hacerme compañía aconsejándome, a aquellos que me hicieron entender  que la amistad  va más allá de un momento grato.

Hoy entiendo que la amistad es el sentir de lo que padece la otra persona, y que no tiene tiempo, edad, color, sexo, ni borrones; que su esencia es el apoyo incondicional, pase lo que pase, aceptando los defectos y realzando las virtudes de cada ser humano. 

Hoy que el tiempo me da oportunidad de reflexionar quisiera que mis pensamientos se convirtieran en ramilletes de flores blancas como las que dan los Cueramos de mi tierra, para adornar el camino de sus vidas y que cada una de mis lágrimas se transformaran en sonrisas para aquellos de mis amigos que hoy sufren; y pedirle al Creador me permitiera bajarle del firmamento un puño de luminosas estrellas para que iluminaran su camino, si llegaran a presentarse nubarrones que lo oscurecieran.

Para aquellos que me hicieron daño, hoy les doy las gracias, por haber formado parte de mi vida, por haber formado parte de su historia, por eso deseo con toda mi alma que ojalá y puedan, a pesar de todos los pesares, llevarme en el tiempo y en el espacio de sus vidas, porque ahí estaré aunque no lo quieran porque la historia la escriben los hombres de acuerdo a como han visto que se vive; y por si algún día me necesitan, ya saben, aquí voy a estar, como entonces hasta que el Señor me lo permita.

Por todo esto, ¡Gracias!, porque recordé casi a todos los que de una o de otra forma marcaron la pauta en las líneas de mi vida y a los que tal vez vayan a marcar lo que falta de ella, y de los cuales quisiera seguir aprendiendo cada día.

¡Es cuanto!.

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